“SI LOS NIÑOS NO BEBEN LECHE, NO CRECEN BIEN” ¿DE VERDAD?
Osteoporosis y consumo de lácteos
Lácteos durante la infancia
LOS LÁCTEOS NO SON NECESARIOS, PERO ¿SON MALOS?
Petit-suisse, Danonino, mi primer Danone o cualquier lácteo dirigido especialmente para los niños, llenos de azúcares, colorantes y saborizantes, deben evitarse. Es un sinsentido ver cómo la industria láctea vende este tipo de productos dirigidos a los más pequeños de la casa, cuando se sabe que su consumo puede facilitar el desarrollo de obesidad y patologías crónicas. Los lácteos ultra-procesados son una catástrofe para la salud de nuestros pequeños (y adultos), así que, para no desviarnos del tema, a partir de ahora hablaremos de lácteos de verdad: yogur natural, quesos sin aditivos y leche de vaca. A pesar de no llevar azúcares y aditivos añadidos, ¿son sanos? ¿y seguros? ¿causan algún tipo de problema en la salud?Acné
El consumo de lácteos, especialmente leche, se asocia a más problemas de acné en la piel. Estudios observacionales, pero también pequeños estudios clínicos muestran dichos efectos. Y esto no es debido a la grasa de los lácteos, es el aumento de una hormona, la IGF-1, que provoca el consumo de leche la que podría explicar dicha relación (Aghasi et al., 2019; Melnik, 2018).
Mucosidades
Niños con mocos y atiborrados a leche, yogur y quesitos varios, es una estampa bastante habitual. Esto no quiere decir que siempre que haya mocos se deba al consumo de lácteos, ni tampoco que todos los que tomen lácteos tengan mucosidades. Tal y como exponen los investigadores Bartley y McGlashan, los lácteos generan mucosidades cuando existe hiper-permeabilidad intestinal, ya que, en ese caso, la proteína láctea (concretamente el péptido beta-casomorfina- 7) es capaz de atravesar la barrera intestinal y llegar a los alveolos pulmonares para generar moco (Bartley & McGlashan, 2010). Un pequeño estudio muestra cómo una dieta sin productos lácteos se asocia con una reducción significativa en los niveles de secreciones nasofaríngeas en adultos que previamente referían hipersecreción de moco nasofaríngeo persistente (Frosh et al., 2019).
Diabetes tipo 1
Se ha observado que la introducción de leche de vaca antes del primer año de vida, incrementa cuatro veces la probabilidad de desarrollo de esta patología autoinmune (Villagrán-García et al., 2015).
Obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular
A diferencia de otras proteínas animales, la proteína láctea puede generar una alteración metabólica llamada resistencia a la insulina y un aumento de los niveles de IGF-1, un factor de crecimiento (Turner et al., 2015a; Kiesswetter et al. 2023), aunque se necesitan estudios a largo plazo para poderlo confirmar (Turner et al., 2015b). Ambas situaciones están directamente relacionadas con el desarrollo de la obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, patologías que están en continuo aumento en nuestra sociedad “del bienestar”. A mi parecer, esta asociación es importante especialmente en la población sedentaria
Exceso de estrógenos/progesterona
La leche contiene hormonas tales como estrógenos y progesterona, que se absorben a nivel intestinal y aumentan nuestra carga hormonal (Maruyama et al., 2010). Síndrome premenstrual, miomas o endometriosis en las mujeres, o ginecomastia (aumento de las glándulas mamarias) en los hombres, son situaciones en las que las alteraciones hormonales juegan un papel clave. Aunque no sea la causa, la ingesta de lácteos no ayuda a su prevención ni tratamiento.
Actividad opioide
Tras la digestión de la proteína más abundante en la leche de vaca, la beta- caseína-A1, se genera como “residuo” un péptido (trozo de proteína), llamado beta-casomorfina-7. Este péptido es capaz de unirse a los receptores opioides (Cieslinska et al., 2022), los mismos donde se unen las endorfinas o la morfina, el famoso fármaco analgésico. Es evidente que el efecto que producen los lácteos en el sistema nervioso es diferente, pero se ha visto que la respuesta que desencadenan podría estar detrás de la asociación de su consumo con el autismo y la esquizofrenia, así como ser la causante de la capacidad “adictiva” que pueden provocar.
Cáncer
Hemos llegado al punto más polémico desde que la Escuela de Salud Pública de Harvard publicó en el año 2011, una guía alimentaria en la que limita la ingesta de lácteos a 1-2 raciones al día. La justificación es que un exceso de lácteos podría aumentar el riesgo de cáncer de próstata en hombres y, posiblemente, el de ovario en mujeres. Según las últimas actualizaciones del “Word Cancer Research Fund International”, los productos lácteos es probable que aumenten el riesgo de cáncer de próstata, mientras que la leche y el calcio es probable que reduzcan el riesgo de cáncer colorrectal (WCRF, 2018). No obstante, los estudios científicos no acaban de clarificar si la relación (o relaciones) se encuentra con todos los lácteos o solo con algunos específicos. El aumento de los niveles de IGF-1 (Harrison et al., 2017), los estrógenos y el calcio presente en la leche, parecen ser los responsables de la relación.
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