La
migraña es una de las cefaleas (dolores de cabeza) que origina mayor
número de visitas a la consulta del médico –el 15% de la población las
sufre de forma recurrente–. Conocer los factores que favorecen su
aparición ayuda a prevenirla.
El diagnóstico, como en la mayoría de las cefaleas primarias, se basa en los síntomas que presenta el paciente que acude a la consulta. Como no existen procedimientos de imagen ni parámetros que puedan verse en un análisis, sólo es necesaria una cuidadosa observación por parte del profesional de atención primaria y la elaboración de una historia clínica detallada. Se deben cumplir los siguientes requisitos para definir o diagnosticar la migraña:
1.- Episodios de dolor de cabeza de intensidad moderada, hemicraneal, en forma de latido o pulsátil.
2.- Se acompaña de nauseas o vómitos, y de rechazo a la luz y al ruido por agravar los síntomas.
3.- Duración entre 4 y 72 horas, siendo repetidos los episodios durante meses.
4.- No existir otras causas de cefalea.
La información que el paciente facilita al médico acerca de sus cefaleas y su evolución, así como de los factores que la mejoran o empeoran, pueden orientar el diagnóstico de la migraña.
Generalmente, no hace falta la consulta con el neurólogo, salvo que el médico lo estime oportuno. Sí puede requerirse una consulta en caso de que se sospeche de una cefalea secundaria a otro problema. En algunos de estos casos, es posible que el médico o el neurólogo soliciten una prueba de imagen. Entre estas, son útiles el TAC y la resonancia magnetica para descartar otras causas de cefalea o complicaciones de la migraña como podría ser un infarto migrañoso.
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