El ensayo de la bomba termonuclear estadounidense que fue arrojada por primera vez desde una aeronave tuvo lugar hace 64 años y formó parte de la Operación Redwing. Dicha operación fue la décima cuarta serie de pruebas nucleares de Estado Unidos y se realizó durante 1956 en dos atolones de las islas Marshall, Bikini y Enewetak. En el marco de la operación se llevaron a cabo explosiones atómicas de diferente potencia.
Un momento clave en esta serie de pruebas fue el segundo ensayo realizado el 21 de mayo, cuando se arrojó una bomba desde un avión. Durante la Operación Redwing se pusieron a prueba diferentes dispositivos nucleares. Los ensayos fueron nombrados en honor a diferentes tribus que habitaban el territorio de Estados Unidos. La importancia de la prueba Cherokee radicaba en el hecho de que EEUU comprobó que era capaz de volar hacia cualquier parte del mundo con sus aviones B-52 y lanzar una carga explosiva devastadora.
La prueba de Cherokee es un gran ejemplo de las acciones provocativas por parte de Washington. Con ese ensayo Estados Unidos mandó un fuerte mensaje al mundo y a su principal rival en aquella época, la URSS. Esta fue una mala señal para Moscú porque tuvo que responder a la nueva amenaza. Los ensayos no fueron clasificados y la prensa casi inmediatamente publicó la noticia para avisar al mundo de las capacidades militares de EEUU vinculadas al uso de las armas de destrucción masiva.
Aquella serie de pruebas solo incitó aún más a Moscú y a Washington a seguir estudiando las aplicaciones militares de la energía atómica e hizo que ambas potencias siguiesen adelante con la carrera armamentística.
El lugar donde se realizaron las pruebas, los atolones de Bikini y de Enewetak, ya había sido utilizado como polígono nuclear en numerosas ocasiones después de la Segunda Guerra Mundial. Su historia es la de un cuento sobre el paraíso en la Tierra convertido en un infierno nuclear por EEUU.
Cómo la isla pasó a pertenecer a EEUU
Los primeros moradores del atolón de Bikini fueron los pueblos micronesios. El atolón fue descubierto por europeos en 1825: lo hizo el capitán ruso de origen germano Otto von Kotzbue. En la década de 1860 en las islas Marshall empezaron a aparecer comerciantes alemanes, pero en 1874 España proclamó su soberanía sobre el archipiélago. Su dominio no duró mucho: once años después la corona española vendió estas posesiones a Alemania.
Los japoneses establecieron su control sobre las islas en 1914 y permanecieron en el archipiélago hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando las islas Marshall se convirtieron en un territorio de Estados Unidos. Justo en aquella época algunos islotes del archipiélago fueron convertidos en la zona cero para las pruebas nucleares del Pentágono. La decisión de probar armas atómicas allí afectó profundamente las vidas de los lugareños.
La Armada estadounidense realizó en marzo de 1946 el reasentamiento forzado de los 167 habitantes del atolón de Bikini con el objetivo de prepararlo para las pruebas nucleares. Los moradores del islote fueron desplazados a otro atolón donde no había suficiente comida y, como consecuencia, fueron trasladados en dos ocasiones más a otras islas del archipiélago.
Estados Unidos usó el atolón de Bikini en julio de 1946 para dos pruebas atómicas en el marco de la Operación Crossroads. Los dispositivos nucleares usados en ese ensayo se parecían al Fat Man arrojado sobre Nagasaki. El 1 de julio una bomba fue detonada en el aire sobre la laguna del atolón contra los 73 buques antiguos. Tras la prueba, los militares estadounidenses embarcaron en algunas de las naves sin protección alguna y sin saber a qué nivel de radiación se sometían.
Error de cálculo y contaminación nuclear
El 1 de marzo de 1954 el cielo azul sobre la parte sur del océano Pacífico fue iluminado por una enorme explosión roja. Se trataba de la detonación de la bomba que se había realizado durante la prueba nuclear. Recibió el nombre de Castle Bravo. La nube de hongo apareció en cuestión de segundos sobre el atolón de Bikini. La potencia de la explosión de esa bomba termonuclear fue aproximadamente 1.000 veces mayor que la de la bomba Little Boy lanzada sobre Hiroshima.
Sin embargo, la detonación fue un enorme error de cálculo de los militares estadounidenses. La propia explosión fue dos veces y media más potente de lo previsto, y la zona afectada resultó ser ocho veces mayor de lo esperado. Como consecuencia, las cenizas radioactivas cubrieron un vasto territorio y alcanzaron algunas de las islas habitadas.
Las autoridades estadounidenses declararon en 1968 que el atolón de Bikini era seguro y que los habitantes podían regresar al islote, y una parte de los antiguos residentes regresó en la década de 1970. No obstante, algunos habitantes empezaron a enfermar de cáncer y fallecieron, y las mujeres sufrieron abortos espontáneos o dieron a luz a bebés muertos o con anomalías. Los expertos vinculan estos casos con las pruebas nucleares de EEUU en la zona.
El número de ensayos nucleares realizados por los militares de Estados Unidos en los atolones de Bikini y de Enewetak en el período entre 1946 y 1958 se cifra en 67. Estos afectaron gravemente al medio ambiente de la zona. Los efectos perjudiciales de aquellas pruebas siguen presentes hasta el día de hoy. Incluso para 2020 el nivel de radiación no se ha reducido significativamente: estar en estos dos islotes de manera permanente puede dañar la salud.
El nivel de radiación gamma en algunas partes de Bikini y Enewetak es superior a los de las proximidades de las plantas nucleares de Chernóbil —en Ucrania— y Fukushima —en Japón—. Así es el triste legado que dejó tras de sí el programa nuclear de Estados Unidos. Ahora, los lugareños tienen que hacer frente a las consecuencias de las acciones de la máquina belicista de EEUU.
sputniknews
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