El alzhéimer es una enfermedad para la que
actualmente no se conoce cura. No es posible frenar su avance ni
restaurar las funciones deterioradas. Los fármacos que se encuentran en
el mercado hoy en día están destinados a retardar la evolución de la
enfermedad, reducir los síntomas (depresión, síntomas psicóticos, trastornos del sueño…), mejorar la función cognitiva y frenar ciertos procesos metabólicos, que se cree aceleran el proceso degenerativo.
Fármacos que protegen el sistema colinérgico: este sistema, que modula la información que se procesa en diversas partes del cerebro, se afecta de forma temprana en la enfermedad. Estos medicamentos actúan sobre la enzima que degrada la acetilcolina (un neurotransmisor), aumentando sus niveles en el cerebro. Algunos de los más prescritos son el donepezilo, la rivastigmina y la galantamina. Producen una ligera mejoría en las capacidades cognitivas de los enfermos. Todos ellos tienen efectos secundarios sobre el aparato digestivo, como náuseas y vómitos. También pueden producir mareo y disminución de la frecuencia cardiaca. Todos estos efectos secundarios disminuyen si se inicia la administración de los medicamentos a dosis bajas y se suben las dosis poco a poco.
Antagonistas de los receptores de NMDA(N-methil-D-aspartato): el principal componente de este grupo es un medicamento llamado memantina, que inhibe la acción tóxica sobre las neuronas de un aminoácido llamado glutamato. Se utiliza en la enfermedad de Alzheimer moderada o grave. Se puede usar en combinación con los fármacos del grupo anterior. Sus efectos secundarios más frecuentes son mareos, dolor de cabeza y confusión.
Antiinflamatorios no esteroideos: están indicados tanto en la prevención, como en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer. Entre ellos se encuentran los fármacos del tipo aspirina e ibuprofeno, que actúan bloqueando las prostaglandinas, factores de la respuesta inflamatoria que parecen desempeñar un importante papel en el alzhéimer. No se recomienda su uso a largo plazo.
Antioxidantes: en distintos estudios se ha comprobado que los antioxidantes pueden retrasar levemente la progresión de la enfermedad o sus síntomas. Dosis elevadas de vitamina E, o el consumo de Ginkgo biloba –una planta medicinal que tiene propiedades antioxidantes–, contribuyen a una ligera mejoría de la memoria comparable a la experimentada tras el consumo de ciertos medicamentos, pero evitando sus efectos secundarios. Es necesario tener cuidado y administrar el Ginkgo siempre bajo supervisión médica, ya que existen contraindicaciones en su uso junto a determinados medicamentos.
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Fármacos que protegen el sistema colinérgico: este sistema, que modula la información que se procesa en diversas partes del cerebro, se afecta de forma temprana en la enfermedad. Estos medicamentos actúan sobre la enzima que degrada la acetilcolina (un neurotransmisor), aumentando sus niveles en el cerebro. Algunos de los más prescritos son el donepezilo, la rivastigmina y la galantamina. Producen una ligera mejoría en las capacidades cognitivas de los enfermos. Todos ellos tienen efectos secundarios sobre el aparato digestivo, como náuseas y vómitos. También pueden producir mareo y disminución de la frecuencia cardiaca. Todos estos efectos secundarios disminuyen si se inicia la administración de los medicamentos a dosis bajas y se suben las dosis poco a poco.
Antagonistas de los receptores de NMDA(N-methil-D-aspartato): el principal componente de este grupo es un medicamento llamado memantina, que inhibe la acción tóxica sobre las neuronas de un aminoácido llamado glutamato. Se utiliza en la enfermedad de Alzheimer moderada o grave. Se puede usar en combinación con los fármacos del grupo anterior. Sus efectos secundarios más frecuentes son mareos, dolor de cabeza y confusión.
Antiinflamatorios no esteroideos: están indicados tanto en la prevención, como en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer. Entre ellos se encuentran los fármacos del tipo aspirina e ibuprofeno, que actúan bloqueando las prostaglandinas, factores de la respuesta inflamatoria que parecen desempeñar un importante papel en el alzhéimer. No se recomienda su uso a largo plazo.
Antioxidantes: en distintos estudios se ha comprobado que los antioxidantes pueden retrasar levemente la progresión de la enfermedad o sus síntomas. Dosis elevadas de vitamina E, o el consumo de Ginkgo biloba –una planta medicinal que tiene propiedades antioxidantes–, contribuyen a una ligera mejoría de la memoria comparable a la experimentada tras el consumo de ciertos medicamentos, pero evitando sus efectos secundarios. Es necesario tener cuidado y administrar el Ginkgo siempre bajo supervisión médica, ya que existen contraindicaciones en su uso junto a determinados medicamentos.
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