El índice de masa corporal (IMC)
está predeterminado por factores genéticos que se modifican dependiendo
del tipo de alimentación o el estilo de vida en la infancia, y pueden
provocar obesidad en la edad adulta, según un estudio.
Por qué comiendo lo mismo unas personas engordan y son obesas, y otras tienen un peso normal? Los científicos creen que la respuesta está en algunos procesos biológicos que ocurren en la infancia. Un nuevo, realizado por un grupo de investigadores de todo el mundo dirigidos por científicos del Imperial College de Londres (Reino Unido), la Universidad de Surrey, en Guildford (Reino Unido) y la Universidad de Oulu (Finlandia), señala que la genética influye en el índice de masa corporal (IMC), pero que esos genes cambian con los años.
Los autores del trabajo, que se ha publicado en Science Advances, encontraron que los genes determinan el IMC de los bebés, pero que hay más de 100 variantes genéticas que pueden modificarlo cuando crezcan y se conviertan en adultos, y que esos genes empiezan a cambiar en la niñez, a partir de los 4-7 años de edad, por lo que si se toman medidas contra la obesidad en la infancia es posible prevenirla en la edad adulta.
A partir de los siete años de edad, la alimentación o el estilo de vida pueden influir en el desarrollo de la obesidad al llegar a adulto
La investigación se realizó con 22769 niños a los que les midieron su IMC y su ritmo de crecimiento desde las dos semanas de vida hasta los 13 años. Según los investigadores, factores ambientales como una alimentación rica en azúcares y grasas, o llevar una vida sedentaria en la infancia, provoca un elevado IMC –es decir, un aumento de peso y que se acumule grasa en la edad adulta– porque despiertan los genes de la obesidad con los que se nace.
El IMC es un indicador de la grasa corporal que varía con los años y tiene varios periodos de cambio. Tras el nacimiento aumenta mucho hasta los nueve meses de edad, momento en el que alcanza su punto máximo. Luego disminuye hasta los cinco o seis años, y a partir de entonces se produce un repunte que se conoce como periodo de rebote de adiposidad. De hecho, algunos estudios previos advierten que la etapa que comienza a los siete años más o menos es clave en el desarrollo posterior de la obesidad.
Las modificaciones en dos genes influyen en el IMC de los niños
Los investigadores también encontraron que una variación en una región del genoma donde se encuentran los genes LEPR y LEPRT influye en el IMC infantil. En los adultos esta región de los genes interviene en la actividad de la leptina, una hormona que produce las células grasas y que ayuda a controlar el hambre, y que según algunas investigaciones interviene en el desarrollo del cerebro en las primeras fases de la vida.
El estudio sugiere que estas modificaciones genéticas no están relacionadas con la regulación del peso en los adultos y sus efectos se limitan a la infancia. La investigación forma parte del Early Growth Genetics Consortium, un proyecto que combina datos de diferentes estudios de asociación del genoma para identificar variantes genéticas implicadas en el desarrollo humano, desde el nacimiento hasta la vejez.
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