Quizás sea la mayor campaña de
marketing de la historia de la medicina organizada por grupos de
presión. Nos referimos a la que ha conducido a la vacunación en medio
mundo de millones de niñas para “protegerlas” de una “posible infección”
por el virus del papiloma humano que “quizás dentro de unas décadas” y
sólo en el caso de que no se tratara adecuadamente “podría” dar lugar a
un cáncer de cuello de útero “en algunos casos”.
Posibilidad tan remota
que en modo alguno justifica la vacunación porque hoy se desconocen sus
posibles efectos secundarios. Y mucho menos en España donde la
incidencia es ínfima. A pesar de lo cual los laboratorios que han
decidido hacer negocio con ella han logrado el apoyo de algunos médicos y
de las autoridades.
¿Cómo se explica que en casi todos los
países del mundo se esté vacunando a millones de niñas para prevenir su
posible contagio por el llamado Virus del Papiloma Humano y así evitar
–pura suposición no demostrada- que contraigan cáncer de cuello de útero
cuando la verdad es que se trata de una posibilidad muy remota y ni
siquiera hay certeza de que la vacuna sea inocua? Ciertamente llama la
atención el celo con el que las administraciones públicas de medio mundo
están promocionando Gardasil –vacuna comercializada por Merck en Estados Unidos y por Sanofi-Pasteur-MSD en Europa- y Cervarix –vendida por GlaxoSmithKline
(GSK)- mediante la que sin duda constituye una de las más agresivas
operaciones de márketing de la historia.
En España la compañía encargada
de “conmover” –por no decir asustar- los corazones de la ciudadanía
para que apliquen la vacuna a sus hijas fue Shakelton que orquestó una campaña que incluía televisión, márketing directo y una web con “efecto viral” (según sus propios impulsores). Siendo una de las estrellas del gran show
demagógico montado la construcción de un afilado monumento en los
jardines del Turia (Valencia). Campaña que afirmaba con toda desfachatez
que “ya existe una vacuna para tratar el cáncer de cuello de útero”
pero donde se cuidó muy mucho mencionar a los laboratorios que la
comercializan para que nadie pudiera querellarse contra ellos ya que tal
afirmación es, en palabras textuales del presidente de la World Association for Cancer Research, José Antonio Campoy, “rotundamente falsa”. “Como los laboratorios no se atreven a afirmar tal cosa –agrega éste- se han ocupado de que ese mensaje falso lo transmitan otros”.
EL LOBBY DE LAS SOCIEDADES CIENTÍFICAS
Claro que hoy es rara la campaña de
promoción de cualquier producto relacionado con la salud que no cuente
con el apoyo de una o varias sociedades científicas que la arropen con
un manto de oficialidad. Por eso fue tan significativo el denominado Documento de consenso por la vacunación frente al virus del papiloma humano que firmaron seis sociedades sanitarias unidas expresamente para la campaña publicitaria de las farmacéuticas: la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), la Asociación Españolade Pediatría (AEP), la Sociedad Españolade Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), la Asociación Españolade Patología Cervical y Colposcopia (AEPCC), la Asociaciónde Microbiología y Salud (AMYS) y la Sociedad Españolade Citología (SEC). Lo que pocas personas saben es que esas sociedades “científicas” no son independientes de los laboratorios. Antes bien, la SEGO organiza junto a la Sociedad Española de Contracepción la campaña Píldora y mujer: 30 años de evolución que patrocina la multinacional Bayer.
La AEP ha ofrecido cursos como el de Pequeño para la edad gestacional –por poner un ejemplo- financiado por Merck Serono. SEMERGEN está apoyada económicamente por la compañía farmacéutica Almirall. Y la web de la AEPCC está patrocinada por Sanofi-Pasteur-MSD, la coalición de laboratorios que comercializa Gardasil en Europa. Es más, uno de los médicos de la Junta Directiva de esta asociación profesional es Javier Cortés-Bordoy que ha sido el coordinador del ya citado Documento de consenso de las sociedades científicas españolas. Y cuando se presentaba en sociedad la vacuna el diario El Mundo le “cedió” su espacio de encuentros digitales con los lectores que, ¡cómo no!, estaba patrocinado por Sanofi Aventis. Y hay más: entre los “socios institucionales” de la AMYS está Bayer. En cuanto a la SEC cuenta con el patrocinio de la empresa de diagnósticos Hologic y de Cytology stuff.
ANUNCIOS IMPACTANTES
Quizás lo más impactante de la campañade Shackleton fuera el anuncio emitido en televisión y colgado en Internet en YouTube. Frases como “el cáncer de cuello de útero mata a dos mujeres al día en España”
se han repetido hasta la saciedad dejando bien clara la agresividad
dialéctica utilizada por los productores de la vacuna. Y se han
utilizado frases tancontundentespara asegurarse de que la reacción de
cualquier madre sea la de vacunar de inmediato a su hija. Precisamente
la World Association for Cancer Research (WACR) denunció de inmediato la campaña “de conformidad con la legislación de publicidad” por “engañosa cuando no manifiestamente falsa” y pidió ante los organismos y autoridades pertinentes “su inmediata retirada y rectificación pública”.
La WACR también pidió por escrito a los presidentes de las sociedades
que apoyaban la vacuna que justificaran científica y médicamente las
razones de su apoyo. Ninguno respondió. Incluso solicitó la intervención
del Defensor del Pueblo Enrique Múgica –que se quitó el muerto de encima rápidamente- y del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid Arturo Canalda
-con el que se habló en su despacho durante una hora y al que aportaron
abundante documentación- por entender que la aplicación de la vacuna “no se justifica ni médica ni científicamente” y además “no está demostrada su inocuidad”. Pero salvo pronunciar palabras de comprensión nadie hace nada.
Investigación que desvelaría por cierto que miembros del Consejo de Salud, organismo supuestamente independiente que asesora al Gobierno holandés y al Parlamento sobre cuestiones de salud y que fue el que recomendó vacunar a las niñas, ¡estaban recibiendo dinero de las farmacéuticas! El propio presidente del Partido Socialistade Holanda acusó públicamente a los fabricantes de la vacuna de ser “demasiado agresivos en su márketing y en sus esfuerzos por influir en la toma de decisiones”.
Presión que se ha ejercido en todo el mundo. El corresponsal en Nueva York del diario El Mundo, Carlos Fresneda, escribía en una de sus crónicas: “Decenas de expertos han denunciado en Estados Unidos presiones políticas, la agresiva campaña de márketing e, incluso, el pago de comisiones a médicos para promocionar las dos vacunas contra el papilomavirus pese a las dudas sobre su necesidad y su efectividad (planteadas esta semana en el New England Journal of Medicine)”. Claro que toda gran decisión política tomada en las actuales democracias -y la decisión de promocionar esta vacuna es claramente más política que sanitaria- está influida por los grupos de interés privados, es decir, por los lobbies de las empresas que tienen interés en la misma. “Los anuncios de Gardasily Cervarix-explicaba Fresneda en su crónica-inundaron hace meses las pantallas norteamericanas como preámbulo a las proyecciones de Sexo en Nueva York. La publicidad llegó hasta YouTubey otras webs frecuentadas por adolescentes en la mayor campaña de promoción de un fármaco en la historia”.
Conviene aclarar que hoy día Estados Unidos y Nueva Zelanda son los dos únicos países del mundo en los que es legal hacer publicidad directa al consumidor de medicamentos que necesitan prescripción médica. Por eso Merck y GlaxoSmithKline pudieron publicitar libremente su vacuna y no perdieron la ocasión de hacer una campaña enormemente agresiva dirigida a personas en edad influenciable.
Es más, para el lanzamiento de Gardasil “reclutaron” a numerosísimos de médicos que cobraron hasta ¡4.500 euros por conferencia! en las que éstos debían hablar de “los riesgos del cáncer cervical” y “la necesidad de la vacuna”. Obviamente los laboratorios también usaron a poderosos lobbies -como públicamente denunció Diane Harper, principal investigadora en el desarrollo de la vacuna– para presionar a políticos, líderes de opinión, sociedades médicas y asociaciones de mujeres para así crear “sensación de pánico”.
Y EN ESPAÑA, ¿QUÉ?
Desde que se supo que el Gobierno
español -como tantos otros gobiernos del mundo- apoyaría la
comercialización de la gratuitamente llamada “vacuna contra el cáncer de
cuello de útero” un amplio grupo de profesionales sanitarios españoles
se movilizó rápidamente iniciando una campaña pública para pedir una
moratoria basándose en razones médicas y científicas. Denunciando que la
decisión de vacunar a todas las niñas era política y por tanto no se
justificaba que además se incluyera en el calendario vacunal. Lo
singular es que uno de los impulsores de esa petición fue Ildefonso Hernández-Aguado, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández de
Elche. De hecho el 20 de noviembre del 2007 participó junto a otro
responsable de la iniciativa pro-moratoria en una reunión con altos
cargos del Ministerio de Sanidad y Consumo español entre los que se
encontraba el entonces Director General de Salud Pública Manuel Oñorbe.
Pues bien, en aquella reunión –“cordial y constructiva”
-según afirmaría en un e-mail- se acordaron varias medidas encaminadas a
controlar la efectividad y eficiencia de las vacunas porque el
ministro de Sanidad Bernat Soria “manifestó estar en general de acuerdo con lo que decimos los promotores”.Añadiendo: “Dependiendo
del resultado electoral habrá que seguir las acciones que adopta el
Ministerio sobre la evaluación de nuevas evidencias, las políticas de
cribado y las modificaciones en los sistemas de vigilancia en salud
pública”. ¿Y qué pasó? Que el PSOE volvió a ganar las elecciones y
Bernat Soria nombraría a Ildefonso Hernández-Aguado ¡nuevo Director
General de Salud Pública en sustitución de Oñorbe! ¿Y qué hizo éste
entonces? ¿Proponer la moratoria por la que había luchado? En absoluto.
Llegar al poder tiene siempre un precio: cerró la boca y dejó que la
campaña de vacunación prosiguiera. Sin dar una sola explicación a sus
compañeros de lucha por la moratoria. A pesar de que junto a Miquel Porta había publicado un texto advirtiendo que los efectos de la vacuna “serán
recordados durante mucho tiempo por la ciudadanía y los
profesionales de la salud pues toda decisión relativa al calendario
vacunal tiene un impacto duradero en la confianza pública y en
la credibilidad de las autoridades sanitarias”.
Recordemos que el Consejo de Ministros autorizó la comercialización de la vacuna el 24 de agosto de 2007 y que la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega anunció entonces que esa decisión situaría a España “a la vanguardia en las técnicas de prevención y en el grupo de países europeos punteros en las políticas públicas de salud”. Sin comentarios. Unos meses después, el 10 de octubre, los miembros del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud se reunían y aprobaban que Gardasil, a pesar de no ser una vacuna obligatoria, entrara en el calendario nacional de vacunación. Por unanimidad. Y así, lo que a nivel sanitario “no era urgente” muy poco antes –afirmación rotunda de Elena Salgado siendo aún ministra de Sanidad y Consumo- se convirtió en algo inaplazable. Por decisión política pues y no sanitaria. Y por si fuera poco las comunidades autonómas empezaron a financiarlas para que fueran gratuitas y así las madres se animaran a vacunar a sus hijas. ¡Con dinero público a pesar de no ser en absoluto algo necesario o recomendable! Pero lo que ya resulta grotesco es que el estudio económico que estudiaron los consejeros autonómicos de salud para decidir si subvencionaban o no el tratamiento ¡lo había financiado GlaxoSmithKline! Y a ninguno se le ha caído aún la cara de vergüenza.
Y aún habrá quien se crea que todo esto se hizo por el mero interés de proteger al ciudadano. Que quienes participaron en ello son personas independientes. Como Xavier Bosch, uno de los autores del informe técnico elaborado a instancias del Ministerio de Sanidad y Consumo para decidir sobre la conveniencia o no de vacunar a la población infantil porque el hecho de que hubiera participado en varios eventos patrocinados por la industria farmacéutica no importó (por ejemplo, junto a otros científicos del Instituto Catalán de Oncología, en el simposio Nuevas dianas terapéuticas que financiaron varias multinacionales farmacéuticas, entre ellas la omnipresente Merck).
Y no crean que el Partido Socialista está sólo en esto. El Partido Popular ha apoyado la operación por completo. Y es que ya se sabe que ambas agrupaciones mantienen excelentes relaciones con la industria farmacéutica, tan poderosa económicamente ella. El médico intensivista y especialista en Bioética del Hospital de Navarra Koldo Martínezcomentó en su momento al respecto con razón: “Merece la pena recordar que Ana Pastor, ex ministra de Sanidad y ahora Secretaria Ejecutiva de Política Social y Bienestar del Partido Popular, reclamó ya en febrero del 2007 incluir esta vacuna entre las prestaciones de la Sanidad Pública en un foro de periodismo sanitario organizado con el apoyo de la Consejeríade Sanidad de Canarias y el laboratorio Merck Sharp & Dohme (MSD)”.
PRESIÓN DE ALTOS VUELOS
La estrategia fue compleja y amplia. Una vez la FDA -la agencia de medicamentos estadounidense- y el Centro para el Control de Enfermedades de Estados Unidos dieron el visto bueno a la comercialización de la vacuna Women in Government (Mujeres en el Gobierno),
organización integrada por funcionarias y legisladoras federales
norteamericanas empezó de inmediato a defender la vacuna en sus estados
de origen. Es más, muchas de ellas presentaron iniciativas legislativas
para que la vacuna fuera obligatoria para todas las niñas de entre 11 y
12 años. En fin, ¿se sorprenderá aún si le decimos que se trata de una
organización “sin ánimo de lucro”… pero también financiada por la
industria farmacéutica?
A comienzos de febrero del 2007 el estado norteamericano de Texas estuvo a punto de ser el primero en declarar obligatoria la vacunación con Gardasil en niñas de 11 y 12 años. La decisión la había adoptado el gobernador del Estado, Rick Perry, pero la presión popular fue tal que hubo de retractarse. Bueno, pues resulta que Mike Toomey, el anterior jefe de Gabinete del gobernador Perry, trabajaba en tareas de lobby para Merck, fabricante de Gardasil. Y el Washington Post desveló en un reportaje de Associated Press que su sustituta, la nueva jefa de Gabinete del gobernador, Deirdre Delisi, había mantenido con el director de Asuntos Presupuestarios y tres miembros de su departamento “una reunión sobre la vacuna del VPH para niños”… el mismo día que Merck donaba 5.000 dólares para la campaña de Perry.
La verdad es que el desparpajo de Merck a la hora de hacer lobby en Estados Unidos –donde esta actividad es legal y se considera democrática con la argumentación de que “las empresas tienen derecho a que los políticos las escuchen y regulen legalmente sus propuestas”– la llevó hace un año –cuando las críticas arreciaban- a anunciar públicamente que suspendía su “campaña de presión” sobre los legisladores estadounidenses para que Gardasil se aplicase con “carácter obligatorio” como pretendía. La Agencia EFE se haría eco de ello el 28 de febrero de 2007: “La vacuna contra el cáncer de cuello de útero, establecida ya como obligatoria en Texaspara las niñas de entre 11 y 12 años, ha suscitado polémica desde un comienzo (en realidad no llegó a ser obligatoria). Merck ha estado haciendo campaña para que las escuelas no admitan a las niñas de esas edades que no se hayan vacunado lo que ha sido criticado fuertemente por asociaciones de padres y doctores”. Y explicaría las razones de tal oposición: “Normalmente las vacunas que son obligatorias en las escuelas estadounidense son para enfermedades que se contagian con el contacto diario entre los alumnos. En cambio, el Virus del Papiloma Humano (VPH), que combate esta vacuna de Merckse propaga por transmisión sexual”.
¿Y en Canadá? Pues en el otro gigante del norte del continente Merck presionaría a través de Ken Boessenkool, miembro de una compañía de relaciones públicas llamada Hill and Knowlton y personaje muy influyente ya que fue nada menos que asesor del actual primer Ministro de Canadá Stephen Harper cuando era líder de la oposición. Merck consiguió asimismo el apoyo de Jason Grier, ayudante ejecutivo de George Smitherman -ministro de Salud del estado deOntario-, gracias a cuyas gestiones ese estado canadiense se sumó a la vacunación masiva de niñas.
Claro que otras administraciones llegaron aún más lejos en su afán de ayudar a las farmacéuticas -¿alguien piensa a estas alturas que de forma altruista y desinteresada?- a promocionar su vacuna. El Servicio Nacional de Salud británico (NHS por sus siglas en inglés), por ejemplo, elaboró una estrategia para aumentar la aceptación de la vacuna a través del Departamento de Inmunización según revela un documento elaborado en él en el 2007 titulado HPV attitudes and awareness (Actitudes y conocimientos sobre el VPH) donde se describe y segmenta a la población según su actitud ante la vacuna y se explica cómo convencerla para que se vacune. Bajo el índice Attitudes towards new child vaccinations (Actitudes hacia nuevas vacunas para niños) se clasifica a los padres en tres categorías:
“Padres que confían: tienen fe en el médico de cabecera y en el NHS”; “Padres sumisos: están preocupados por los riesgos pero siguen al grupo” [a los que confían]; y “Padres resistentes: los que más se preocupan por los efectos secundarios”. En otro apartado, bajo el título de Discusión, el documento dice: “Toda la historia -es decir, toda la información- sobre el HPV puede causar confusión y rechazo. Es mejor contar la historia sobre el cáncer de cuello del útero; es más significativa”.
Asimismo, en el epígrafe Segmented Messaging (Mensajes segmentados) se clasifican las actitudes de los padres hacia la vacuna como “Negatividad HPV” y la escala va de “Baja negatividad” a “Alta negatividad” con grupos como “Positivos / Con esperanza / Aceptador / Personas sin conciencia / Inseguros / Desconfiados / Preocupados”. El documento, insistimos, pertenece a un departamento delMinisterio de Sanidad del Reino Unido, país que obviamente ha decidido vacunar a su población. ¿Será porque la vacuna la fabrica una farmacéutica británica, la GlaxoSmithKline?
En suma, el ministerio de salud británico ha utilizado en este caso la misma estrategia que la industria farmacéutica para introducir sus productos: análisis sociológico y tácticas para modificar actitudes. Igual que se hace en las campañas políticas electorales. Se produce así una vergonzosa y lamentable confluencia de intereses entre los estamentos políticos y los empresariales con lo que la independencia de las decisiones políticas que afectan a la salud queda en entredicho y el ciudadano desprotegido.
Además vacunar a las niñas es mucho más fácil si se cuenta con un representante de las compañías fabricantes ¡en las propias escuelas! Uno de tales casos lo denunciaría el diario británico Daily Mail explicando que uno de los máximos representantes de GlaxoSmithKline, Paul Blackburn, fue nombrado miembro de la Comisión Escolar del municipio de Ofsted. Una elección que tuvo lugar en la misma época en que el Gobierno británico acordaba comprar a GlaxoSmithKline vacunas para todos los escolares de 12 y 13 años del país por 100 millones de libras esterlinas. ¿Es o no “amistosa” la relación de algunos gobiernos –o de sus representantes- con las grandes corporaciones farmacéuticas?
ALGO HUELE A PODRIDO EN SUECIA
No olvidemos tampoco que justo el año en
el que se decidió la vacunación masiva de niñas para “protegerlas” del
Virus del Papiloma Humano (VPH) el Premio Nobel de Medicina recayó en el
virólogo alemán Harald zur Hausen por “descubrir” que
es ésevirus el que provoca el cáncer de cuello de útero. Pura
casualidad, por supuesto. Aunque luego se haya sabido que en el jurado
que se lo concedió había dos personas relacionadas con el laboratorio
sueco-británico AstraZeneca: el presidente del Comité Nobel de Medicina, Bertil Fredholm y Bo Angelin. Pues bien, Fredholm trabajó como consultor para AstraZeneca en el 2006 y Angelin es miembro del consejo de la multinacional. Y no debemos olvidar que AstraZeneca es la propietaria desde 2007 de la empresa MedImmune
que es, a su vez, dueña de la técnica para obtener las partículas que
han servido para fabricar las dos primeras vacunas contra el VPH. Por si
no queda claro añadiremos que AstraZeneca ha sido el patrocinador principal de dos de las filiales de la Fundación Nobel: Nobel Media -que controla y comercia ante los medios con los derechos de la Fundación- y Nobel Webb -responsable de la web www.nobelprize.org-. Siendo el contenido del contrato secreto. Michael Sholman, director ejecutivo de la Fundación Nobel, declararía a la revista Scientific American que todos conocían las relaciones entre ellos y la compañía pero no consideraron que hubiese por ello conflicto de intereses.
En fin, han intentado convencernos de que la elección de Harald zur
Hausen como Nobel de Medicina en estos momentos no tenía un descarado
carácter promocional de las vacunas. Aunque Sanofi Pasteur-MSD Merck y GlaxoSmithKline estén pagando a MedImmune los correspondientes derechos de patente. Pero entonces, ¿por qué el Fiscal Jefe de la Agencia contra la Corrupción de Suecia, Christer von der Kwast, decidió investigar los hechos y hablar públicamente de “posible soborno y corrupción”? La verdad es que algo huele a podrido en Suecia. Bueno, en realidad en todo el mundo.PRIMERAS VÍCTIMAS INFANTILES EN ESPAÑA
Terminamos indicando que en el momento
de cerrar este número de la revista llegaba a la redacción la noticia de
que dos niñas valencianas de 14 años habían sufrido convulsiones y
fiebre alta al recibir una segunda dosis de Gardasil teniendo que ser ingresadas durante varios días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Clínico de Valencia mientras se estudiaba si otra niña ingresada en el Hospital Doctor Peset
fue víctima del mismo problema. El Ministerio de Sanidad y Consumo
español reaccionó inmovilizando el lote NH52670 -que se compone de
75.582 dosis de la vacuna- porque fue el que se dio a las niñas pero sin
explicar si la causa era realmente ese lote o la vacuna en sí. En suma,
decidió no paralizar la vacunación masiva como los padres de las niñas,
indignados, pidieron públicamente. Padres que vivieron una angustia
indescriptible sin que una sola autoridad sanitaria o política se
pusiera en contacto con ellos. Aunque lo más vergonzoso es que los
médicos que las atendieron, a pesar de que la reacción se produjo apenas
diez minutos de recibir las niñas la vacuna, intentaron convencer a los
padres de que no había sido la causa.
El Ministerio de Sanidad y Consumo deberá explicar ahora si esas reacciones adversas no se debieron a la vacuna en sí sino a una partida y, en ese caso, por qué. Y exigir a continuación responsabilidades.
dsalud
No hay comentarios:
Publicar un comentario