sábado, 5 de agosto de 2023

✈ Geoingeniería - Clima mecánico ✈

 

Geoingeniería - Clima mecánico


Documental producido por PBS. El cambio climático se está acelerando y los expertos buscan soluciones. Unos abogan por un cambio radical en nuestra forma de consumir y producir, a fin de disminuir los elevados gases de efecto invernadero que calientan el planeta.

Para otra parte de la comunidad científica, este propósito no es más que un parche que no ha dado resultado en los últimos veinte años y sugieren intervenir directamente en el clima. Sus propuestas radican principalmente en la extracción del carbono de la atmósfera, a través de la creación de bosques artificiales o de la inyección de aerosoles sulfatados, una especie de filtro solar que enfríe la Tierra.

“La gente responde de forma instintiva e inmediata a la idea de que se pueda actuar sobre el clima. Algunos piensan que es una perspectiva aterradora y que, en cierto modo, jugamos a ser Dios”, afirma un experto favorable a las técnicas de la ingeniería climática en “Un clima mecánico”.

La geoingeniería se ha desplazado constantemente en las últimas décadas desde los márgenes hacia la corriente principal del discurso climático.

Mientras que experimentos pasados como LOHAFEX (un experimento de fertilización con hierro en el océano para ver si el hierro puede causar la floración de algas y atrapar el dióxido de carbono de la atmósfera) y SPICE (un proyecto de investigación que pretendía evaluar la viabilidad de inyectar partículas en la estratosfera desde un globo atado para gestionar la radiación solar) fueron detenidos, otros proyectos de diversa envergadura han surgido recientemente en un esfuerzo por deshacer el daño causado por el cambio climático antropogénico.

La geoingeniería es una intervención deliberada y a gran escala realizada en los sistemas naturales de la Tierra para revertir los impactos del cambio climático, según el Programa de Geoingeniería de Oxford. Se trata de técnicas para manipular físicamente el clima global para enfriar el planeta.

Estas técnicas se dividen principalmente en tres categorías: Gestión de la radiación solar (SRM), eliminación del dióxido de carbono (CDR) y modificación del clima.

Las tecnologías específicas incluyen la geoingeniería solar o el "oscurecimiento del sol" mediante la pulverización de sulfatos en el aire para reflejar la luz del sol en el espacio; la fertilización de los océanos o el vertido de hierro o urea para estimular el crecimiento del fitoplancton y así absorber más carbono; el aclaramiento de las nubes o la pulverización de agua salada para hacerlas más reflectantes, etc.

Las tecnologías CDR, como la captura y el almacenamiento de carbono (CCS), la captura directa en el aire (DAC) y la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS), que se proponen como medio para alcanzar las emisiones "netas cero" a mediados de siglo, son también un método de geoingeniería, ya que implican una intervención deliberada en el ciclo natural del carbono.
China ha puesto en marcha uno de los mayores programas de modificación del clima del mundo para aumentar artificialmente la lluvia, con planes para ampliar su capacidad hasta cubrir casi el 60% del país en 2025.

La Universidad de Cambridge creó el Centro para la Reparación del Clima con el fin de desarrollar nuevos métodos de SRM y de abrillantamiento de nubes; el gobierno australiano ha estado probando este año el abrillantamiento de nubes marinas para enfriar las temperaturas del agua cerca de la Gran Barrera de Coral.

Publicaciones de prestigio como el New York Times abogan por la geoingeniería solar como medio para que "la humanidad tenga más tiempo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero". 
Los que se oponen a la geoingeniería tienen numerosos argumentos sólidos. La conocida escritora y defensora del clima Naomi Klein ha advertido del peligro de "alejar aún más a nuestros ecosistemas de la autorregulación".

Según ella, los planes de geoingeniería "no hacen nada para cambiar la causa subyacente del cambio climático, la acumulación de gases que atrapan el calor", es decir, desvían la atención de la necesidad de reducir drásticamente las emisiones brutas, lo cual es posible con la voluntad política y la movilización de recursos adecuadas.

Advirtió que realizar pruebas de geoingeniería es una falacia, ya que estos métodos deben desplegarse a una escala lo suficientemente grande como para impactar en el sistema climático global para estar seguros de su eficacia. Pero eso no sería una prueba de geoingeniería; en realidad sería llevar a cabo la geoingeniería, lo cual es un riesgo inimaginablemente grande para tomar sin conocer las consecuencias potencialmente dañinas de tal despliegue a escala planetaria.

Y algunas de estas consecuencias ya se conocen. La geoingeniería solar, por ejemplo, altera los regímenes de lluvias que pueden perturbar la agricultura y el suministro de agua.

La inyección de aerosoles de sulfato en la estratosfera sobre el Ártico para imitar las nubes de los volcanes, por ejemplo, puede alterar los monzones en Asia y aumentar las sequías, sobre todo en África, poniendo en peligro las fuentes de agua y alimentos de dos mil millones de personas, según Silvia Ribeiro, directora para América Latina del grupo ETC.

Y estos son sólo los posibles efectos secundarios de la propuesta de gestión de la radiación solar más investigada; las propuestas menos conocidas podrían ser peores, dijo.

La idea de que haya algunos ganadores y otros perdedores, es decir, beneficios climáticos en algunas regiones y duras repercusiones en otras, cruza todos los límites de la justicia climática, ya que los países que sufren suelen estar en el Sur Global. Estos son los países que históricamente son los menos responsables del cambio climático.



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