sábado, 30 de noviembre de 2019

Se derrumba el narconeoliberalismo de Colombia: el 'uribismo'

A nivel regional, con excepción de México que se adelantó a la revuelta del índice Gini de los 'millennials' con la elección pacifica del presidente antineoliberal López Obrador, prácticamente toda Latinoamérica está incendiada a diferentes grados. En particular, el narconeoliberalismo de Colombia se tambalea con su rebelión de los estudiantes.

Teoremas van y vienen sobre las causales de la revuelta de los millennials en Latinoamérica que se aplica a cualquier tipo de régimen en la ya caduca taxonomía de 'izquierda' y 'derecha', como es el caso de Bolivia y Chile cuyos Gobiernos se han tambaleado primordialmente debido a factores geopolíticos superpuestos como es el control del litio cuando China empezó a controlar el 'oro blanco' tanto en Bolivia como en Chile en detrimento de los intereses digitálicos de EEUU que libran una guerra comercial, en esta fase, que encubre su guerra tecnológica de mayor envergadura.
Cabe señalar que el litio forma parte de las baterías de los carros eléctricos, en medio del auge de la agenda del cambio climático, así como de los celulares.

Las revueltas de los millennials en Latinoamérica tienen como común denominador varios factores multidimensionales:

  1. el colapso del modelo neoliberal global;
  2. la ausencia de futuro de los jóvenes en esta fase intermediaria del desorden global;
  3. el desplome de las commodities (materias primas);
  4. el índice Gini (que denota la disparidad entre pudientes y miserables), donde Latinoamérica exhibe el peor ranking global desde Chile hasta Colombia; 
  5. la protesta contra los gobernantes en turno (incumbent) sean de la caduca taxonomía de 'izquierda' o de 'derecha' arrasada por el neoliberalismo omnímodo cuando impera la nueva colisión entre globalistas, a la baja, y los nacionalistas/soberanistas al alza, en espera de la inminente nueva dicotomía que enmarca el 'nuevo Muro de Berlín digital' de la inteligencia artificial entre EEUU y China.
Chile llamó la atención por su colapso, pese a la propaganda goebbeliana de haberlo colocado como "el modelo a seguir" por los publicistas de la casi quebrada Televisa de México, así como perturbó el 'litiogolpe' de Bolivia con su teledirigido cambio de régimen operado por EEUU y su instrumento de la OEA, el caso de la rebelión de los millennials en Colombia es paradigmático debido a que EEUU no solamente ostenta varias bases militares en su suelo, con participación de entrenamiento militar/paramilitar de Israel, sino que también se había vuelto "el ejemplo a seguir" para combatir en forma tramposa el narcotráfico. A grado tal que su similar batalla en México fue bautizada como Plan Colombia, para luego ser rebautizada como Plan Mérida por su entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa, connotado aliado, para no decir clon, del expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez.

El caso colombiano marca el fracaso de toda la política estadunidense que usó al único país bioceánico de toda Suramérica como un conejillo de indias para experimentar sus políticas de abatimiento del narcotráfico que nunca declinó.

Su presidente, Iván Duque, es un vulgar títere de Álvaro Uribe quien, desde su mafia en Medellín controla la oferta y la demanda del régimen narconeoliberal fascista.

En Colombia se había detenido el tiempo real y no se había gestado un paro general desde hace 42 años.

El problema no es que protesten los estudiantes sino cómo se puede sostener el uribismo al cual, quizá Trump le esté otorgando la extrema unción debido a los coqueteos subterráneos con China como su aliado en México Felipe Calderón. Para el neomonroísta Trump los coqueteos con China son imperdonables en Latinoamérica.

De todas las revueltas legitimas de los millennials en Latinoamérica, que carecen de futuro —sea por el litio de Chile o de Bolivia, o por las medidas ultraneoliberales a destiempo de Lenin Moreno en Ecuador, quien traicionó a su mentor Rafael Correa, cuando el conglomerado ALBA se convirtió en el enemigo a vencer por EEUU en el hemisferio americano—, de los cuatro países del segundo nivel de importancia (Perú/Chile/Venezuela/Colombia),—cuando el primer nivel, en la medición reduccionista del PIB lo constituyen Brasil, México y Argentina—, la debacle de Colombia es sorprendente debido a su exagerado militarismo/paramilitarismo apuntalados por EEUU e Israel.

Llama la atención que en Colombia no haya existido un detonador para la explosión volcánica de su revuelta que quizá haya representado la acumulación de agravios superpuestos.

Lo peor es que ahora la protesta cuenta con un símbolo icónico: el asesinato del joven estudiante Dilan Cruz por las fuerzas de la siniestra policía de ESMAD.

No faltaran razones a los abogados unifactoriales para explicar la metáfora del 'cono de arena' —cuando basta un solo grano para su colapso debido a que destruye la resiliencia de su centro gravitatorio socioeconómico y sicopolítico: desde el programa de austeridad del narcouribismo, pasando por la falta de implementación de los acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC, hasta el descenso en la ventas de carbón/oro/níquel/cobre/ esmeraldas.

La remilitarización de Latinoamérica se gestó en Colombia avant la lettre a la coyuntura presente.

Los estudiantes, apuntalados por las organizaciones obreras, rechazan el modelo narconeoliberal imperante: concomitante a su corrupción, la precarización laboral y el desfalleciente sistema de salud que nunca existió en la realidad.

El gobierno narconeoliberal fascista del uribismo es rehén tanto del Pentágono y del Ejercito de Israel, como de las recetas del FMI.

Las protestas llevan dos meses y las promesas etéreas del uribista Iván Duque de destinar 1.300 millones de dólares a las universidades no han conmovido a los aguerridos estudiantes cuando las poblaciones hambrientas no viven de las estadísticas de los burócratas bien remunerados.

El caso del asesinato del icónico joven de 18 años Dilan Cruz es doloroso porque exhibió la barbarie de la fuerza policiaca ESMAD —cuyos matones parecen robocops de Hollywood— así como la desigualdad en el acceso a la educación:

El ya icónico Dilan Cruz fue un joven consagrado al estudio y al trabajo, cuyo padre fue también asesinado, y que recientemente terminó su bachillerato y estaba en búsqueda de un crédito para estudiar administración.

Como si lo anterior fuera poco, la divulgación de la grabación de la nueva canciller Claudia Blum y el embajador de Colombia en EEUU, Francisco Santos, contaminó el ambiente político, donde el locuaz embajador puso al tanto a la flamante canciller sobre la incertidumbre de las relaciones de Colombia con Trump.

Santos divulgó en forma pueril cinco consideraciones explosivas que dejan fluctuantes las relaciones con EEUU, lo cual es imperdonable en la óptica supremacista neomonroísta estadunidense:


  1.  "el Departamento de Estado está destruido". Luego el muy novato Santos le asesta un golpe a Trump: "tienes que saber manejar al personaje porque todo gira alrededor de él";
  2.  "Trump no se va a meter en Venezuela";
  3.  "si Maduro no se va, Colombia no tiene futuro", lo cual se ha agravado por el flujo masivo de migrantes venezolanos a Colombia;
  4.  "el Grupo de Lima está totalmente debilitado";
  5.  "Holmes no tenía estrategia y Botero no trabajaba". Holmes pasó de la Cancillería al Ministerio de Defensa en sustitución de Boterno, mientras que la interlocutora de Santos Claudia Blum tomaba el lugar de Holmes, al unísono de la volcánica renuncia del ministro de Defensa, Guillermo Botero, acusado de solapar las ejecuciones extrajudiciales por el Ejército y de haber ocultado la muerte de ocho menores de edad.
 
Si Colombia no cuenta con el apoyo de Trump, el narconeoliberalismo fascista del uribismo está perdido tanto al exterior como al interior.

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