Bajo la sombra de las amenazas
existenciales del cambio climático y el colapso de la biodiversidad se
encuentra otra crisis insidiosa que puede extinguirnos: la intoxicación
de nuestro planeta y nuestros cuerpos, según un experto de la ONU en
derechos humanos especializado en sustancias y desechos peligrosos.
“Nuestra exposición incesante a la contaminación y otras fuentes de sustancias tóxicas plantea una amenaza global para los derechos humanos, incluido nuestro derecho a la salud reproductiva”, ha afirmado este jueves el relator* especial de la ONU sobre sustancias y desechos peligrosos ante la Asamblea General
Baskut Tuncak explicó que cuando se ve a través de la lente de la salud reproductiva e infantil, la importancia y la gravedad de prevenir la exposición a sustancias tóxicas desde los primeros años de vida se agudiza aún más.
“La disminución de la fertilidad, incluida la disminución de la calidad y cantidad de esperma, es solo una de las muchas tendencias preocupantes de salud vinculadas a la exposición tóxica que persiste porque los Estados no han priorizado realmente la prevención de la exposición”, añadió.
Según el experto, todos los Estados tienen obligaciones vinculantes de derechos humanos que crean el deber de tomar medidas activas para evitar la exposición a sustancias nocivas de individuos y comunidades a sustancias tóxicas.
“No obstante, personas y pueblos están expuestos a sabiendas a una multitud de sustancias peligrosas que podrían evitarse. El alivio y el remedio, en la medida limitada en que se materializa, a menudo es insuficiente y demasiado tarde para quienes están expuestos”, asegura Tuncak.
Los Estados tienen el deber de evitar la exposición a los tóxicos en el contexto de los derechos a la vida, la salud, la dignidad y la integridad corporal. De acuerdo con el especialista, cada vez más se demuestra que los llamados niveles de exposición seguros para muchas sustancias tóxicas simplemente se presumen mientras para muchas otras no existen.
Una promesa falsa
El relator advirtió de que “existe el peligro de que los derechos humanos al agua potable, la alimentación y la vivienda adecuadas, el aire limpio, un medio ambiente sano y un trabajo seguro y saludable, entre otros, sean una promesa falsa y nunca se realizarán sin esfuerzos concertados para hacer que la prevención de la exposición sea una prioridad urgente”.
Tuncak enfatizó que este cóctel tóxico de contaminación se calcula de manera conservadora como la mayor fuente de muerte prematura en el mundo. Ese cóctel es causa y, la vez, contribuye a una pandemia silenciosa de enfermedades y discapacidades.
“Ya no podemos ver el problema sustancia por sustancia, sino que debemos abordar el efecto combinado de una multitud de exposiciones crónicas, particularmente en aquellos que son más vulnerables, como los niños, los trabajadores, los diferentes géneros y las personas que viven en la pobreza”, resalta.
Graves ejemplos de parálisis
El relator habla de graves ejemplos de inacción ante los apremiantes desafíos mundiales, como el ciclo de vida de la contaminación del plástico, los pesticidas peligrosos, la contaminación atmosférica, los productos químicos cuya inocuidad no está verificada en los productos de consumo y la contaminación de los metales pesados en los alimentos y el agua, entre otras preocupaciones actuales relacionadas una multitud de impactos adversos para la salud.
“Mientras que las exposiciones tóxicas erosionan, abusan y violan silenciosa e invisiblemente los derechos al aire, el agua, la comida y los lugares de trabajo seguros de miles de millones, particularmente de niños y otros grupos susceptibles, los Estados están encerrados en debates de años o décadas sobre lo que debería ser considerado limpio, saludable o adecuado”, afirma Tuncak.
Los Estados deben cumplir con su deber de proteger los derechos humanos de la contaminación y otras sustancias peligrosas. Y, la única forma de proteger estos derechos humanos para todos y proporcionar un remedio verdaderamente efectivo es evitar la exposición, concluye.
Noticias ONU
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