jueves, 10 de octubre de 2019

Vacunas: ¿protección o peligro?

Las vacunas son medicamentos complejos con efectos secundarios que a menudo solo se llegan a conocer con el paso del tiempo. Conviene tener en cuenta toda la información sobre la vacuna y la situación individual.
 
La vacunación se ha convertido en una práctica sanitaria habitual y masiva. Entre 1950 y 1960 se estableció un calendario vacunal, no obligatorio, muy sencillo, pero a lo largo de los años se ha hecho cada vez más denso y complicado: se vacuna de manera continuada desde los cero hasta los veinticuatro meses y de forma esporádica desde los dos primeros años hasta el final de la vida.

La vacunación es un acto médico que pide un consentimiento informado –en España es voluntario, nunca obligatorio– en el que se utiliza un polifármaco que inicialmente tiene como objetivo producir la infección de manera controlada y reducida.
  Con las vacunas se da una situación peculiar, puesto que las familias no tienen siquiera la posibilidad, en el momento de la vacunación, de leer el prospecto que acompaña toda medicación. Es habitual vacunarse sin conocer la composición y sin tener información sobre sus efectos adversos.

Historia de las vacunas: luces y sombras


Los intentos por encontrar un remedio a las epidemias infecciosas siempre han sido reconocidos y loados. La historia de la vacunación se remonta a la Baja Edad Media, cuando se practicaba la variolización. Consistía en inocularse la supuración de la viruela entre las personas que habitaban cerca de un población donde estaba actuando la enfermedad.

Inyecciones con suero de vaca


En el siglo XIX se observó que las mujeres que ordeñaban las vacas con una variante de la viruela no enfermaban de viruela humana. Se comenzó a inyectar el suero de los animales a las personas. Los laboratorios existentes en aquel momento comenzaron a fabricar los sueros de la rabia, del tétanos, de la difteria y de la viruela.

Enfermedad del suero posvacunal

Hacia el año 1860 se llamó así a la aparición, tras la inoculación de suero, de una reacción alérgica aguda. En aquel tiempo se desconocía la composición del suero, pero con los años se descubrió la presencia de proteínas como la albúmina, la globulina, el fibrinógeno y los anticuerpos.

La inmunización activa

Después de la Segunda Guerra Mundial se comenzó con la inmunización activa en un momento en que se conocen algunas bacterias, algunos virus y la manera de manipularlos y combinarlos con sustancias como las sales de aluminio o el formaldehído.

Experimentación animal

Desde 1920 a la actualidad se han sacrificado millones de animales para fabricar las «vacunas».

Cómo funcionan las vacunas actualmente

La vacunación produce una infección controlada y reducida. Esto genera y mantiene durante un tiempo en la memoria inmunitaria una cantidad de anticuerpos que pretenden proteger colectivamente frente a una nueva epidemia infecciosa. Si la vacuna llega a estimular la inmunidad, la memoria inducida puede tener una duración mínima de 6 meses y máxima de 8 años.

Para alargar esta memoria más allá de los 6 meses se utilizan los adyuvantes como las sales de aluminio, el escualeno o la toxina de la difteria. Las vacunas que llevan estos componentes se denominan conjugadas. Es el caso de las vacuna de la tosferina, las meningitis C y B, la pulmonía o neumonía, el papiloma humano y el Haemophilus influenzae (Hib).

Las vacunas: auténticos "polifármacos"

Las vacunas existentes en el mercado contienen hasta 55 componentes, entre los que se encuentran reconocidas sustancias tóxicas. Están compuestas por ingredientes biológicos activos y por sustancias con efectos alergénicos, tumorales e inflamatorios. También pueden contener residuos del proceso de fabricación.

El etanol, el fenol, el formaldehído, la B-propiolactona, la kanamicina, la gentamicina o la neomicina hacen la función de antisépticos o inactivadores, pero no están libres de efectos tóxicos.

El timerosal (una sal de mercurio) es conocido por haberse relacionado con el autismo. Aunque los fabricantes tienden a sustituirlo aún se halla en cantidades traza en algunas vacunas.

El fosfato y el hidróxido de aluminio aumentan la respuesta inmunitaria (e inflamatoria). Se han relacionado con la aparición de trastornos autoinmunes y neurológicos.

Los polisorbatos 20 y 80 son emulsionantes que se han asociado con toxicidad para los ovarios. Las vacunas con un solo antígeno son más seguras que las polivalentes.

Precauciones ante las vacunas

Entre los efectos secundarios negativos más graves y frecuentes (una persona cada 1.000/10.000 dosis) se describen la meningoencefalitis; la parálisis; la epilepsia; el autismo; el TDAH; alergias respiratorias, digestivas y cutáneas; las vasculitis tiroidea, neuronal y pancreática; las alteraciones de la coagulación o el descenso de las plaquetas (trombo o plaquetopenia).

La vacuna puede producir incluso el fallo metabólico y la parada cardiorrespiratoria con el fallecimiento posterior (sucede una muerte postvacunal por cada 2 millones de dosis).

La mayoría de vacunas actuales son multivalentes, lo que multiplica los riesgos, y contienen multitud de ingredientes.

En las fichas técnicas detalladas de cada producto –pueden consultarse en www.aemps.gob.es/cima– se especifican las contraindicaciones y los efectos secundarios reconocidos.

Infecciones postvacunales

Después de la vacunación es posible contraer la infección que se trata de evitar en los casos de las vacunas de la gripe, de la varicela, del sarampión, de la tosferina, de la difteria, de la tuberculosis, de las meningitis, de la hepatitis, de la rubéola, de las paperas, de la pulmonía y del papiloma humano.

Cuándo extremar la precaución

Como todo medicamento, la vacuna tiene sus limitaciones y sus adversidades.
No recomiendo llevar a cabo la vacunación en los siguientes casos:


  • Haber padecido la infección.
  • Tener anticuerpos propios de la infección a proteger.
  • Presentar alergia a alguno de los componentes propios de la vacuna.
  • Estar embarazada o buscando el embarazo.
  • Sufrir alguna enfermedad neurológica estable o progresiva, de la sangre o de la coagulación.

También limitaría la vacunación:
  • Cuando en la familia haya sucedido alguna muerte súbita del lactante o del adulto tras alguna vacunación.
  • Cuando se haya comenzado la vacunación, si se observa la aparición de alguna alteración en la salud de la persona vacunada, se debiera detener temporalmente el programa de vacunación hasta que se sepa lo que ha sucedido.
http://bit.ly/cddietaalcalina



cuerpomente

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