Asegura contar con los contratos que avalan sus dichos pero reconoce que los registros están incompletos, pues muchos pagos se hicieron sin que mediara documento alguno.
“Yo tengo listas de esos periodistas, columnistas”, señala Jesús Ramírez Cuevas, coordinador general de Comunicación Social del gobierno de México y vocero de Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República. Ésa es su respuesta al cuestionamiento sobre la veracidad de una declaración suya que ha causado revuelo en los últimos días: que durante el sexenio pasado 15 periodistas recibieron alrededor del 25 por ciento del total del presupuesto de comunicación del gobierno anterior, es decir, que fueron beneficiados con unos 15 mil millones de pesos.
—Pero, en números redondos, 1 mil millones de pesos a cada uno… ¿Más que a medios de comunicación? –se le cuestiona.
—Pues imagínate: si hay 10 de 30
millones, son 300 millones nada más ahí –responde con seguridad. Se
recompone en su silla. Echa el cuerpo hacia delante.
—¿Pero hay alguno que de manera particular recibiera 1 mil millones? –se le insiste.
—No, no. Es un conjunto de periodistas o
comentaristas y hasta directivos de periódicos que han recibido de
manera directa, a su nombre, están los contratos a su nombre, como
asesores de imagen, como asesores de información, incluso en campañas
[publicitarias] –y que en conjunto recibieron el 25 por ciento de un
presupuesto de 60 mil millones en 6 años, como declaró el pasado jueves
28 en una charla con estudiantes y profesores en su alma mater, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Saco oscuro, cabello peinado
meticulosamente, de hablar pausado, acelera de pronto su discurso.
Ejemplifica con la campaña informativa llevada a cabo por el gobierno de
Enrique Peña Nieto para la protección de la vaquita marina.
“Lo que se gastó en la vaquita marina en
publicidad es 20 veces mayor que lo que se invirtió realmente en
protegerla. Hay muchos comentarios, notas, ‘infomerciales’ como se les
llama, que están registrados no a nombre de la empresa [de medios de
comunicación] sino de las personas: de los periodistas.”
Señala que en todo este sistema de pagos
a 15 columnistas y directivos de medios participaron casi todas las
secretarías de Estado y dependencias, como la Lotería Nacional.
La columna Oficio de papel reveló a principios de febrero los destinatarios de todo el gasto publicitario del sexenio de Enrique Peña Nieto. Se detallan los montos para cada medio de comunicación y, en su caso,
periodistas que recibieron recursos de manera individual para sus
páginas de internet.
Se le hace ver a Jesús Ramírez que
aunque, en efecto, hay columnistas a los que se les asignaron montos
millonarios, ninguno se acerca remotamente a los 1 mil millones de
manera individual. Tampoco hay registros de que algunos hayan recibido
cientos de millones. Experiodista de La Jornada, de la agencias AP y Reuters, coautor junto con Carlos Monsiváis del libro Ciudad de México. Crónica de sus delegaciones, Ramírez Cuevas cita al columnista de El Universal
y abogado de Televisa Javier Tejado Dondé. Fue, dice, quien dio primero
el dato de que había esa cantidad (25 por ciento del presupuesto total)
para los 15 periodistas. Pero “yo tengo listas de esos periodistas”,
insiste.
Sobre si puede probar sus dichos, el
egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM
señala con seguridad: “Hay muchos registros”.
Reconoce, sin embargo, que no hay
documentación de todo. “También te debo decir que los tecnócratas del
pasado no eran tan ordenados ni eran tan tecnócratas: en manejo de lo
que era la corrupción no dejaron registro. No hay [archivo en formato]
Excel; no hay un registro automatizado. Todo está en cajas de contratos
individuales o de campañas, no están siquiera digitalizados [los
archivos]”. Agrega que “hablamos de muchas cosas que no están
registradas: menciones, impactos, entrevistas, todo está tasado. Cada teaser
[formato publicitario que precede a una campaña publicitaria directa],
tiempo aire, todo está tasado, y es imposible [determinarlo] porque eso
no está en contratos.
Por ello, refiere, “ese recuento no es
tan sencillo, porque se dejaron muchos huecos para no poder comprobar.
Yo calculo que sí se pudieron haber llevado un equivalente a eso [15 mil
millones de pesos]”.
—¿Quiénes son esos periodistas?
—No se trata de denunciar a nadie ni de
levantar pruebas. Es un cálculo que hemos hecho en función de dos
fuentes. Una es el comentario de Tejado Dondé, que sabe, y de la
información que tenemos: la aparición de estos columnistas en todas las
dependencias, que recibieron contratos de todas, incluso de organismos
desconcentrados, de la Lotería Nacional, de Pronósticos Deportivos para
la Asistencia Pública.
—¿Entonces es información de la que no hay registro?
—Hay un registro, claro que lo hay. Pero es un registro incompleto.
Sabe que sus declaraciones han
inquietado los círculos de periodistas, los ambientes en los medios de
comunicación y, particularmente, los entornos de los columnistas que se
han identificado ideológicamente con los gobiernos anteriores, así como
de un sector social que ha exigido conocer los nombres y los montos que
recibieron. Pero no se arredra. “Todos los cambios, cuando son de a de
veras, duelen; y a unos les duelen más que a otros”, dice.
—Nombres –se le insiste.
—…No –arquea las cejas, lleva la mirada
al techo del Salón Tesorería del Palacio Nacional, recinto en el que
cada mañana el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador da
su conferencia con la prensa–. No te puedo decir. Son del dominio
público.
En los registros oficiales que posee Oficio de Papel aparecen 14 periodistas beneficiarios de publicidad gubernamental con
montos muy inferiores a los señalados por Jesús Ramírez:
Óscar Mario
Beteta (77 millones 711.8 mil pesos);
Joaquín López Dóriga (59 millones
635 mil pesos);
Raymundo Rivapalacio (30 millones 498 mil 350 pesos);
Ricardo Alemán (28 millones 145 mil 160 pesos);
Adela Micha (27 millones
15 mil 110 pesos);
Pablo Hiriart (23 millones 198 mil 890 pesos);
Jorge
Fernández Menéndez (20 millones 536.7 mil pesos);
José Cárdenas (15
millones 215 mil 950 pesos);
Rafael Cardona (10 millones 737 mil 780
pesos);
Francisco Garfias (8 millones 602 mil 810 pesos);
Francisco
Cárdenas (8 millones 187 mil 80 pesos);
Salvador García Soto (5 millones
756 mil 300 pesos);
Eduardo Ruiz Healy (4 millones 243 mil 80 pesos);
Francisco Santiago (2 millones 75 mil pesos).
La oficina que encabeza Jesús Ramírez es
la que concentra toda la política de comunicación de la llamada “cuarta
transformación”. También es la responsable de la relación de todo el
nuevo gobierno con la prensa. El ahora funcionario señala que heredó una
estructura caracterizada por estos pagos discrecionales a determinados
periodistas y un uso patrimonial del dinero público.
“Venimos de un uso patrimonialista y
propagandístico de la publicidad gubernamental y de la relación con los
medios”. Explica que la relación de poder y subordinación entre gobierno
y medios era de dos sentidos: “La prensa estaba subordinada al poder
político, es más, al presidente de la República. A veces hasta las
portadas y los teasers, las entradas de los noticieros, estaban
dictados por [la Secretaría de] Gobernación”. Pero también, y sobre
todo en los últimos años, “los medios se empoderaron y sometieron a los
políticos a su propia agenda y su propio interés”.
Agrega que “de estas dos vertientes del
pasado surgió una relación perversa, económica, en la que se utilizó el
dinero gubernamental para aceitar la maquinaria,
buscar opiniones favorables [de los periodistas], información que le
sirviera al gobierno para reducir la crítica. Por ejemplo, acallar todo
el tema de seguridad. Durante el gobierno de Peña fue muy claro que el
tema de seguridad se borró prácticamente en los primeros años; después
ya no pudieron [mantenerlo fuera de la agenda] pero de todas maneras se
mantenía en bajo perfil”.
De acuerdo con Jesús Ramírez, tal
relación de medios-gobierno requería cada vez más de mayores recursos.
“Heredamos una relación perversa entre los medios de comunicación y el
gobierno; una situación en la que el gasto gubernamental en publicidad
era completamente injustificable, un insulto para la población, para los
mexicanos”.
Para el vocero presidencial, “lo que
oficialmente” se destinaba a los medios ya era insultante: 10 mil
millones de pesos al año, es decir, 60 mil millones en el sexenio, unos 3
mil millones de dólares. Pero “sabemos que hay mucho dinero que no está
registrado” y los números reales son aún mayores.
Con estos recursos “se creó una burbuja
económica en los medios de comunicación que privilegiaron su relación
con el poder, su aquiescencia de ponerse de acuerdo y ser funcionales
unos a otros”, en lugar de buscar construir audiencias, lectores, tener
público. “En lugar de informar y atraer a la gente, lo que hicieron fue
generar una agenda subordinada a los intereses del gobierno”.
Pero, explica Ramírez Cuevas, no
funcionó esa estrategia: perdieron estrepitosamente las elecciones del 1
de julio pasado. Y es que no sólo perdieron los candidatos de los
partidos Revolucionario Institucional, José Antonio Meade, y Acción
Nacional, Ricardo Anaya, sino los medios y periodistas que apostaron a
estos partidos. “Ya la sociedad no se deja engañar fácilmente. Puede ser
víctima de noticias falsas, pero no de propaganda gubernamental como la
que se dio de manera tan abusiva durante el gobierno de Peña”,
considera.
Jesús Ramírez fue presentado por el
propio López Obrador como parte de su equipo el 21 de agosto del año
pasado. El entonces candidato triunfante dijo: “El coordinador de
comunicación social va a tener una estrecha relación con ustedes
[reporteros], atendiendo a periódicos, estaciones de radio, canales de
televisión y todo lo que tiene que ver con las redes sociales”.
Presidente electo en aquel tiempo, Andrés Manuel consideró destacar un
dato para explicar el nombramiento de Ramírez Cuevas como su vocero:
“Como mi pecho no es bodega, les comparto que conocí a Jesús porque me
lo recomendó Carlos Monsiváis”.
Jesús Ramírez señala que su Coordinación
General no sólo heredó una relación perversa entre medios y gobierno.
También “heredamos la exigencia de transparentar las relaciones entre
los medios de comunicación y el gobierno; transparentar los recursos que
se invierten en publicidad, y separar la agenda de los medios del poder
político: que haya independencia de los medios respecto del poder
político, pero también del poder político respecto de los medios de
comunicación, que han dictado la agenda en muchos casos”.
Rechaza que sus declaraciones puedan
entorpecer la relación entre medios y gobierno. Por el contrario,
“estamos en una situación única en el sentido de que al revelarse estas
relaciones perversas, al haber una exigencia democrática de la sociedad
de transparentar estas relaciones, también es de exigencia para que el
gobierno rinda cuentas, explique su acciones”.
Considera que hoy la ciudadanía le exige
tanto al gobierno como a los medios. “La sociedad también demanda de
los medios de comunicación el ejercicio libre y responsable de la
información, para que la gente tenga nociones de qué está pasando, por
qué suceden las cosas y qué opciones hay para opinar o para la solución
de los problemas”. A su vez esto fortalece a la sociedad.
“Esa es la herencia que tenemos: una
crisis de un modelo viejo, caduco, unilateral; casi, casi, de bocina:
los medios de comunicación como reproductores del discurso del poder,
que a su vez es un poder subordinado a los intereses económicos.”
Asegura que en materia de la relación
entre la prensa y el gobierno ha iniciado una nueva etapa. Hasta el
sexenio pasado “era un círculo vicioso que respondía a los mismos
intereses: del gobierno y privados que estaban bajo la idea del contratismo,
de todo este beneficio, de traslado de los bienes públicos al interés
privado. Además, cuando las ligas entre las grandes corporaciones y los
medios de comunicación son cada vez más delgadas”.
No más dinero público, de manera discrecional, a columnistas empoderados ni a medios amigos del gobierno en turno. No más premios por debajo de la mesa ni contratos a periodistas “asesores de imagen”. Es lo que, asegura Jesús Ramírez, se acabó.
HugoSadh
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